miércoles, 25 de mayo de 2016

Final del viaje

El final, queramos o no, llega para todos igual.
Algunos eligen que la vida acabe con ellos, y otros elegimos acabar con ella.
No necesito el perdón de un dios inexistente para poder irme 'en paz', he pecado, y qué, he vivido como he querido, si tan malo soy iré al infierno a causa de ese dios tan benevolente y grandilocuente en su conjunto al que tanto veneráis por temor, o por afinidad, quién sabe.
Tiro más por lo primero, yo quiero vivir la vida a mi manera, sin pensar en los pros y contras, aprendiendo de ellos y mejorando, aunque sin alcanzar la perfección, nunca. En cambio, el creyente (con todos mis respetos) es esclavo de unas costumbres y (mal)gasta tiempo de esta vida que al menos es 100% segura en pensar en un paraje que le espera por ser un buen sumiso, digo, practicante del correcto dogma.
He fumado porros, he bebido muchas cervezas, he llorado más que lágrimas y ahora quiero irme en paz sin pedir permiso a nadie.
Perdí la batalla hace dos años y en este tiempo he sido vagabundo del recuerdo y su olor.
He discutido con el ron en el primer punto donde nos besamos.
He llorado al escuchar cualquier piano.
El bolígrafo ya no quiere ser sujetado por mi.

"El corazón no muere cuando deja de latir, muere cuando sus latidos carecen de sentido."

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