miércoles, 25 de mayo de 2016

Final del viaje

El final, queramos o no, llega para todos igual.
Algunos eligen que la vida acabe con ellos, y otros elegimos acabar con ella.
No necesito el perdón de un dios inexistente para poder irme 'en paz', he pecado, y qué, he vivido como he querido, si tan malo soy iré al infierno a causa de ese dios tan benevolente y grandilocuente en su conjunto al que tanto veneráis por temor, o por afinidad, quién sabe.
Tiro más por lo primero, yo quiero vivir la vida a mi manera, sin pensar en los pros y contras, aprendiendo de ellos y mejorando, aunque sin alcanzar la perfección, nunca. En cambio, el creyente (con todos mis respetos) es esclavo de unas costumbres y (mal)gasta tiempo de esta vida que al menos es 100% segura en pensar en un paraje que le espera por ser un buen sumiso, digo, practicante del correcto dogma.
He fumado porros, he bebido muchas cervezas, he llorado más que lágrimas y ahora quiero irme en paz sin pedir permiso a nadie.
Perdí la batalla hace dos años y en este tiempo he sido vagabundo del recuerdo y su olor.
He discutido con el ron en el primer punto donde nos besamos.
He llorado al escuchar cualquier piano.
El bolígrafo ya no quiere ser sujetado por mi.

"El corazón no muere cuando deja de latir, muere cuando sus latidos carecen de sentido."

Era ella, ya no soy.

Era ella la oda perfecta
para con la victoria frente al sufrimiento,
era ella la que alisó el cemento
para que pudiera ir en linea recta.

Era ella la poesía que conformaban mis versos,
juro que no intentaba ser perverso
para con la seductora por la que existía mi universo.

Carácter indomable,
además de la inteligencia y sensualidad en cotas inalcanzables.
Ella, capaz de ponerme la vida del revés
y de ayudarme para superar cada traspiés.

Era ella la duda
por la que habían pasado pocos finales felices,
quizás nos desquitamos en parte con nuestra imagen desnuda
para luego dejarnos, algo más que cicatrices.

Quise fijar el rumbo a nuestro destino
pero, para variar, erré en las formas por las que tomé el camino.

Ella quiso poner punto y final
a una historia que parecía ser real,
juro que yo no pretendía ser el asesino
que tornaba el bien en mal.

Viví la alegría en cada instante
pero tengo un corazón marchitado que no quiere caminar hacia delante,
el cual, también ha decidido no tener más aguante.