miércoles, 2 de septiembre de 2015

Saludo a la muerte.

No me quedan lágrimas, me duelen los ojos

de tanto cariño mostrado para ahora tenerle lejos,

de tanta pasión entregada que, me dejaba perplejo,

resultaba insuficiente para ella, en nada me manejo,

nada controlo para asombro de su consejo:

"Sé fuerte que puedes con todo."

"-Sí claro, y de paso me trago este lodo,

tanta frustración que la sangre tiene ya un sabor añejo,

tanto placer que el filo sobre mi acomodo,

para qué ocultarlos, no me resultan un complejo."

Hube de acostumbrarme al mirar de tanto inepto

que he decidido saludar a la muerte y decirle "acepto".