miércoles, 29 de junio de 2016

Viaje desde tu olvido.


Alcohol en las venas, quiero caer inconsciente,
después de tantas muertes no se recordará la de este inocente
que, tanto placer ofreció en el entrever de tu falda
como para que ahora le taches y te limites a darle la espalda.

Tanto amor desde tus cuatro labios... odio la teoría pero no los casos prácticos,
actos bastos como un alunizaje
en pleno acto que causa la imagen
definida ya como un hábito.

Me veo reflejado en las cuchillas,
soy un caos aislado sin ayuda de ningún psicólogo,
trataré de reflejar en mis poemas
cómo desataste a la bestia que hoy chilla
en cada verso sin hacerle falta ningún prólogo
que, anuncie cómo muere lo que tiene debajo de las costillas.

Bonita vida ésta en la que mi musa
marchó dejándome el dedo que legítimamente me acusa
temblando sobre mi suerte en el juego de la ruleta rusa.

Cojo el tren hacia ninguna parte
contándoos relatos escrupulosos, pero realistas,
ya me dejo, me pierdo de vista
mientras me pregunto ¿Aquí quién reparte la suerte?

viernes, 24 de junio de 2016

Hasta pronto, o no.

Un segundo menos y, otro y, otro...
Las brasas alimentan a este ser inerte que tiene como consuelo arder cada día más, antes de consumirse por completo.

Vivo en cada silencio, imaginando que estás junto a mi. Sueño en algún paraje desconocido que realmente me ha gustado vivir la vida, y no esta apatía que ha sido cubierta por una capa de inseguridades, frustraciones y auto-lesiones.

Aún consigo recordar cómo esbozaba cada sonrisa al verte de nuevo. No, yo tampoco he vuelto a amar de forma tan sincera.

Pasados una decena de meses no he conseguido olvidarte-ni quiero hacerlo- siendo Segovia la marca más aferrada a mi. Noches efímeras en las que se dormía algo menos que nada y se camuflaban las marcas del vampiro con bufandas improvisadas.

Tu cama era Berlín y nosotros, dos soviéticos.

Mis intentos por continuar sin ti se han visto frustrados.

El ciclo que se las daba de indefinido, mientras exudaba felicidad a mares, parecía real.

Estaría encantado de decir que desde donde convivo conmigo veo alguna razón en la que ampararme para salir a buscar a alguien que jamás se irá. Nadie se ha quedado, solo puedo imaginar los rostros más significativos para luego, diluirlos en lágrimas.

Ahora, que convivo conmigo, me quiero desvanecer con un adiós sin hasta pronto.