miércoles, 25 de mayo de 2016

Era ella, ya no soy.

Era ella la oda perfecta
para con la victoria frente al sufrimiento,
era ella la que alisó el cemento
para que pudiera ir en linea recta.

Era ella la poesía que conformaban mis versos,
juro que no intentaba ser perverso
para con la seductora por la que existía mi universo.

Carácter indomable,
además de la inteligencia y sensualidad en cotas inalcanzables.
Ella, capaz de ponerme la vida del revés
y de ayudarme para superar cada traspiés.

Era ella la duda
por la que habían pasado pocos finales felices,
quizás nos desquitamos en parte con nuestra imagen desnuda
para luego dejarnos, algo más que cicatrices.

Quise fijar el rumbo a nuestro destino
pero, para variar, erré en las formas por las que tomé el camino.

Ella quiso poner punto y final
a una historia que parecía ser real,
juro que yo no pretendía ser el asesino
que tornaba el bien en mal.

Viví la alegría en cada instante
pero tengo un corazón marchitado que no quiere caminar hacia delante,
el cual, también ha decidido no tener más aguante.

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