lunes, 18 de abril de 2016

Soy

Hace un par de veranos cambió mi vida sin yo pretenderlo, el frío de Diciembre que me hizo sentir vivo una vez, ahora, me congelaba el alma.
No soporto los 'buenos días', soy borde hasta que los rayos del sol me calientan lo suficiente como para hacerme ver que he de aguantar un día más al rebaño,
ni los desayunos, lo cual me conduce hacia esporádicos  mareos.

No me gusta hablar, odio ser el centro de atención, aunque sean solo unos segundos, quizás por eso metía canastas imposibles cuando nadie las podía ver. Quizás esto último sea mentira o quizás no, aunque la verdad absoluta es que jamás volveré a pisar una cancha de baloncesto a pesar de echarla de menos.
No me gusta mirarme a los espejos pero cada mañana me miro en uno y selecciono la careta que más vaya a pasar desapercibida.
El rostro es el reflejo del alma, o eso nos quieren hacer creer. Casi siempre me encuentro fingiendo, las conversaciones mundanas ciertamente me resultan soporíferas, por lo que comienzo a divagar y a viajar por un planeta que no existe, la paz, la igualdad en todos los ámbitos y la democracia son sus principales atractivos.
Soy despistado y levemente obsesivo, pura paradoja, compruebo demasiado si dejé todo bien ordenado y clasificado, algún día me dejaré la cabeza, capaz sería.
La noche me aterra pero no como a un niño pequeño, abstraigámonos un poco. La soledad más absoluta se puede masticar en mi habitación, no me gusta ni dormir, ni dormir solo.
Las ojeras y el desaliño comienzan mi definición.
Trato de mejorar como persona a diario, el fallo me lo conozco de sobra y no por ello voy a dejar de luchar, a mi manera.
Tras esta leve introducción a mi caos os invito a marcharos si no os gusta, sé que os importa una mierda ésto pero tenía ganas de escribir.

Llega de nuevo el verano, espero que el frío se haya esfumado ya.

Ya paro, disculpad.

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